lunes, 15 de febrero de 2021

Para atrás como cangrejos.


Por Julio Conesa.

Decía Marcelino Camacho que con todo lo que luchó CCOO por traer la democracia a este país, ésta se había quedado a las puertas de las empresas.


Y es que la cultura empresarial española, más preocupada por los costes salariales en la producción que por la calidad de los productos o por ganar los mercados con inversión y mejoras competitivas, no ha cambiado aún, en su inmensa mayoría.


Esa misma cultura vive instalada en la mayoría de las administraciones locales. Nuestros empresarios, los políticos de turno, no hacen más que imitar esa pobre concepción del funcionamiento de los negocios.


Y es así como se entiende que una y otra vez vuelvan a la carga con estos viejos esquemas.


Pasan los periodos de mandato y sigan los mismos o entren nuevos, cambie el signo político del gobierno local de turno o no, parecen “paridos todos de la misma manera” (o casi todos).


Que desgracia la nuestra. 


Alguien debería darles cursos de relaciones laborales modernas a todos ellos. Hablarles de negociación, de diálogo, de acuerdos y pactos, de mejorar el clima laboral para ganar la mutua confianza que es necesaria para desarrollar políticas de calidad en materia de servicios a la ciudadanía.


Al contrario. Vemos la obsesión enfermiza por reducir los “costes salariales”. Una presunción de culpabilidad hacia las empleadas y empleados públicos que les lleva a gastar el dinero de todos en sistemas de “control de asistencia” con huella dactilar, con identificación facial, como si estuviéramos hablando de acceso a lugares reservados, en lugar de simplemente venir o no a trabajar, de llegar o no con puntualidad, etc.


Se banaliza hasta la extenuación este tema perdiendo de vista la deshumanización que implica, la omisión de un deber básico de jefes y jefas: la relación diaria con sus subordinados y el control de estos en su asistencia y quehacer. Se deriva dicha responsabilidad en sistemas informáticos de tratamientos de datos personales que finalmente suponen un gasto excesivo para un tema que debería resolverse de manera sencilla y próxima.


Y ahora, una vuelta de tuerca más. Imprescindible. Esta sí. Pero sin la adecuada manera de proceder. Los sistemas de gestión de datos personales del personal de los Ayuntamientos.


¿Cuántas administraciones locales han abierto un periodo de diálogo, reflexión, negociación y acuerdo con la representación legal de las trabajadoras y trabajadores sobre la aplicación de estos sistemas?


¿Porqué debe convertirse de nuevo en un elemento de conflicto laboral algo ya regulado por ley y cuya aplicación debe negociarse y llevarse acabo de manera colaborativa?


Pues ahí estamos.  


1 comentario:

  1. Efectivament, la democràcia no no a arribat al lloc on les persones treballem i passem més temps que a les nostres cases.
    aquest país incentivaa empresaris i polítics dolents...

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