jueves, 26 de octubre de 2023

Conciencia de clase: esa es la cuestión!

Por Julio Conesa

La "conciencia de clase" según la definición que encontraremos a poco que hagamos una sucinta búsqueda es que se trata de un concepto que se origina en la teoría y el análisis social, particularmente en el contexto del marxismo y otras corrientes de pensamiento político y económico.

La teoría de clases sociales, desarrollada por Karl Marx y Friedrich Engels en el siglo XIX, sostiene que la sociedad se divide en clases sociales, principalmente en dos clases: la burguesía (la clase poseedora de los medios de producción) y el proletariado (la clase trabajadora que vende su fuerza laboral). Implica ello una clasificación en la que se toma como elementos objetivos de referencia quien detenta la propiedad de los medios de producción y quien aporta sus capacidades físicas y mentales para hacer funcionar la maquinaria económica.

Así, la conciencia que se adquiere por parte de una persona sobre su condición de vida en el marco de la sociedad, su posición concreta respecto de algo objetivo como es la de ser una persona trabajadora, cuyo sustento y condición de vida es la de tener que trabajar aportando fuerza, inteligencia, experiencia al proceso productivo lo llamamos "conciencia de si".

Cuando esta "conciencia de si", de su lugar, de su propia realidad, es compartida con sus semejantes, con quienes forma grupo y con ellos toma conciencia de la posición dentro de la estructura social y económica, se reconoce como parte de la clase social a la que pertenece y la necesidad de actuar colectivamente en beneficio mutuo es cuando lo llamamos "conciencia para si".

La conciencia de clase implica que las personas reconocen su posición en la estructura de clases y son conscientes de los intereses y conflictos que existen entre las diferentes clases sociales.

La confluenia de la conciencia del si y el para si, está en el origen de  la solidaridad entre las personas trabajadoras, comparten la clase social común y se unen para alcanzar objetivos comunes, como la lucha por mejores condiciones de trabajo o la lucha por la igualdad económica. De ahí nace la organización, el sindicato. El sindicato como herramienta, como instrumento al servicio de la causa comun de trabajadores y trabajadoras.

Un ejemplo paradigmático fue el nacimiento de las comisiones obreras en España en los años 50 del siglo pasado. La reunión de las personas trabajadoras para elaborar una lista de peticiones, de reclamaciones al empresario, la elección de portavoces del grupo para llevar la voluntad del mismo ante el dueño.... esa minima organización que se replica en otras empresas, en otros sectores, formó una red de personas con conciencia de clase que se fueron estructurando a lo largo y ancho del pais. 

Al principio esa conciencia de clase, se reducía a reconocer su situación de explotación y después a la unión para luchar por tener derechos y mejoras en las condiciones laborales.

En los años 80, con Ronald Reagan en EEUU y Margaret Thatcher en Reino Unido, se pone en marcha de manera definitiva las teorías defendidas por la Escuela de Chicago (USA) en materia de neoliberalismo económico. Y con ello, no sólo una batalla económica por imponer dichas tesis, sino además por imponer una hegemonía de pensamiento neoliberal en todas las esferas políticas, sociales, y culturales.

El objetivo ha sido ampliamente conseguido. Cincuenta años han conseguido permear absolutamente todos los ámbitos tanto personales como colectivos.

La reducción de la intervención estatal al minimo imprescindible (anulando su capacidad reguladora y redistributiva), la libre competencia y el mercado como reguladores de nuestras vidas, el enfoque individualista y menos estructurado de la realidad social, contraponiendo el concepto de clases altas, medias y bajas frente a las clases sociales configuradas como estructuras sociales en relación con los medios y bienes de producción que se concreta en la noción de individuos como actores económicos autónomos que toman decisiones racionales en un mercado libre, son  algunos de los principios fundamentales del neoliberalismo.

Durante estos años hemos vivido como se imponían estas teorías, estas prácticas, esta visión del mundo. Un capitalismo voraz cuyos planteamientos llegaron a seducir a importantes sectores de la izquierda y que han llegado a afectar también a los propios sindicatos de clase donde se han visto durante un tiempo largo cierta desideologización de las funciones para las que fueron creados como instrumentos de clase.

El sindicato, la organización en las empresas, en las administraciones, en los servicios, en cada ámbito y sector está obligado, hoy mas que nunca tras los años del austericidio (recortes, perdida de derechos, sindicalismo a la defensiva, sindicalismo de trinchera...) a recuperar su función esencial, su misión fundamental: la conquista de mejoras, la defensa de derechos, la acción sindical de parte, la conciencia y unión de la clase trabajadora. Y es en este marco en el que las personas que forman parte del sindicato (en especial delegadas y delegados) tienen un papel fundamental, imprescindible: encabezar este trabajo de recuperación de lo común, de lo colectivo, de la conciencia de clase, del sentimiento de pertenencia.

Esa es la cuestión!

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