lunes, 14 de marzo de 2022

El derecho de información ante la guerra


 Por Julio Conesa.


Me ha costado decidirme a escribir. Lo he pensado bastante porque puede qué lo que vaya a decir no se entienda, se considere no adecuado en estas circunstancias.


No me refiero a la invasión de Ucrania por Putin, a la guerra, a la masacre que se está produciendo.


Ni tampoco a la admirable atención que se está dando a las personas refugiadas. Ver cómo se han volcado las organizaciones humanitarias, la ciudadanía y las administraciones.


Sino porque con la excusa de que la primera víctima de toda guerra es la verdad se ha optado en nuestras democracias occidentales por “prohibir” y lo digo con estas palabras: “prohibir” aquellos medios de información, comunicación qué procediendo de fuentes rusas o vinculadas a estas, estén dando información susceptible de entenderse cómo manipulada y en beneficio ver los argumentos del Kremlin.


Me preocupa cómo ciudadano de un Estado social y democrático de derecho qué se acepte como normal la prohibición de la libertad de expresión, de información y de opinión, cómo si no fuéramos adultos autónomos con conocimiento, con capacidad de discernir, con pensamiento crítico, qué puedan formarse opinión personal. Que requieren de tutela.


En esta situación de conflicto y guerra, la Democracia está obligada a mantener en alto los valores que defiende y no es precisamente este tipo de decisiones los que la refuerzan. La prohibición de los medios, sean del color que sean solo, pueden perjudicar a la Democracia.


Comprobar como se extiende una idea uniforme, homogénea y dirigida sin posibilidad de contraste es una de las cosas que lamento profundamente.


No he tenido ocasión asistir a ningún debate público en el que se pudiera abordar, con claridad, las diferentes opiniones al respecto de la situación actual, cómo afrontarla; cómo buscar la salida lo antes posible; qué decisiones deberían ser las más adecuadas para frenar esta masacre; la conveniencia o no de propiciar la mediación con la intervención de la Unión Europea cómo fuerza autónoma de otros actores; etc.


Sin embargo, observo perplejo, cómo el mensaje es único, permanente, se mire a dónde se mire, sin contraste, sin matices, lo cual nos puede llevar a no tardar mucho a una situación peligrosa en una sociedad que ha vivido recientemente tiempos de gran polarización.


La simple manifestación de dudas respecto hecho de que se esté enfocando adecuadamente las medidas para la búsqueda de la paralización inmediata de la guerra puede suponer que se acuse de herejes, prorrusos, o cosas peores, a cualquiera que así se exprese.


En la práctica eso solo puede acabar con la división en nuestra propia sociedad o con el silencio de las mentes críticas por autocensura.


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